El gallismo de Morante
Para gran cuantía de críticos, periodistas y revisteros, la influencia gallista en la tauromaquia (fuera y dentro de la arena) de José Antonio Morante pasa desapercibida. De puntillas. No resulta extraño, pues gran parte del journalisme taurino, ignora la historia estético-técnica del toreo a pie o, en cambio, asume sesgados postulados oficialistas, supervivientes a lo largo de décadas. En esta entrevista, Javier Hurtado habla de "joselitismo" (?), término inapropiado y más cercano, por proximidad nominal y temporal, a José Miguel Arroyo Delgado (n. 1969). Tal vez, peque de exquisito, pero, a las cosas, por su nombre: gallismo. Gallistas, como servidor, sus partidarios.
Otras plumas, de cuyo nombre no quiero acordarme, han divulgado, pontificado y reiterado la exclusiva gestación del toreo moderno por parte de Juan Belmonte. Si bien Juan descubrió el pitón contrario, el toreo sobre los brazos e interrelacionó la tauromaquia con otros ámbitos culturales (escultura, literatura, pintura...), Gallito no sólo igualó las aportaciones del trianero, sino que, a buen seguro, lo adelantó por la izquierda: apadrinó la creación de plazas monumentales (Madrid, Pamplona, Sevilla...) y, por ende, popularizó la asistencia a las corridas de toros, hasta entonces sólo para paladeo de aristocracia y jet-set; fabricó, amén de su amistad con la élite ganadera y predilección hacia la vida rural, un toro adecuado para las incipientes exigencias del público (último tercio), eligiendo a Vistahermosa como paradigma de bravura, en detrimento de Veragua, cumplidor en varas y, de más a menos, en muleta; y, por último, el toreo en redondo, esto es, ligar los pases de forma circular, dando lugar a una serie. Belmonte, exceptuando dos o tres faenas, jamás toreó en redondo, como reza la leyenda, sino en ochos (un pase natural y otro de pecho). Siguiendo la tesis de José Alameda, Gallito practicó el toreo en redondo o de reunión y, Belmonte, contrario o de expulsión.
Morante de la Puebla sentencia desde una atmósfera gallista. El despacho, subastado de salida, por la empresa Isbilya, a partir de doce mil euros, perteneció al mismísimo José y quién sabe si este transformó la historia del toreo desde la tranquila reflexión en este enser. Ciertos muebles y un cuadro alargado del matador completan el atrezzo ambiental para la ocasión: "Sí. Tuve esa suerte [adquirir despacho] porque, a veces, las circunstancias se dan y, para mí, es un honor tener el escritorio de José en mi casa. Lo idolatro como debieran hacerlo todos. Lo veo y me sirve espiritualmente".
Mismo mueble; distintos matadores | Fotografía Morante: Pepe Ruciero |
"[...] Joselito aúna, en él, todas las tauromaquias anteriores y, además, propias. Hechas con sencillez y naturalidad que a mí me conmueven y asombran. No es la tauromaquia de Joselito. Es todo lo que hizo con tan poco tiempo: lo mató un toro con veinticinco años. Además, nunca alardeó, de forma 'populacha', de ser torero, sino de manera elegante, estilosa y seria. Joselito es el torero que ha sabido aunar todo de forma espiritual. No que se quiera uno parecer en la figura o quiera hacer lo mismo, sino ese concepto arcaico, antiguo y artístico, es el que persigo".
Estas declaraciones, además de la confesa admiración hacia José, dejan constancia del afán cognitivo morantista hacia la tauromaquia antigua y clásica. Habitualmente, lee biografías (si ven la entrevista desde el principio, Morante aparece con un libro de Gallito entre sus manos) y visualiza faenas antiguas. Por enfermedad obsesiva hacia la tauromaquia y, cómo no, en propio beneficio, pudiendo enriquecer su estilo y abarcar mayor dimensión en la historia.
Joselito El Gallo funde, en su concepto, toda la tauromaquia del s. XIX, aprendida gracias a lecciones de padres y hermanos. No queda ahí, pues añade su grano de arena a la gestación del toreo moderno: torear en redondo, característica primigenia de Rafael Guerra 'Guerrita', mas perfeccionada y conjugada con gracia sevillana y toreadora gallista. Tampoco alardeó, como dice Morante. Dotado de torería cara, mostrada en la plaza y fuera de ella. Sin declaraciones fuera de tono y escasas estridencias. Viviendo en el campo, amén de su afán y obsesión torera, para encontrar espiritualmente su propio concepto y, de paso, gestar un tipo de toro válido para nuevos tiempos.
Estas declaraciones, además de la confesa admiración hacia José, dejan constancia del afán cognitivo morantista hacia la tauromaquia antigua y clásica. Habitualmente, lee biografías (si ven la entrevista desde el principio, Morante aparece con un libro de Gallito entre sus manos) y visualiza faenas antiguas. Por enfermedad obsesiva hacia la tauromaquia y, cómo no, en propio beneficio, pudiendo enriquecer su estilo y abarcar mayor dimensión en la historia.
Joselito El Gallo funde, en su concepto, toda la tauromaquia del s. XIX, aprendida gracias a lecciones de padres y hermanos. No queda ahí, pues añade su grano de arena a la gestación del toreo moderno: torear en redondo, característica primigenia de Rafael Guerra 'Guerrita', mas perfeccionada y conjugada con gracia sevillana y toreadora gallista. Tampoco alardeó, como dice Morante. Dotado de torería cara, mostrada en la plaza y fuera de ella. Sin declaraciones fuera de tono y escasas estridencias. Viviendo en el campo, amén de su afán y obsesión torera, para encontrar espiritualmente su propio concepto y, de paso, gestar un tipo de toro válido para nuevos tiempos.
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